La pandemia causada por el SARS-CoV2, que produce la enfermedad covid-19, ha venido a poner de manifiesto las claras diferencias estructurales, políticas y sociales entre los países centroamericanos.

Los países han enfrentado a esta enfermedad infecciosa en sus territorios utilizando estrategias similares, pero aplicadas con diferentes tiempos y magnitudes, y adaptándolas de acuerdo a diferentes componentes de sus respectivos sistemas de salud, como el liderazgo de sus líderes, relaciones y estatus a nivel internacional, plataformas estructurales para la distribución de servicios, y la confianza, en mayor o menor escala, que sus respectivas poblaciones tienen en sus gobiernos.

Al observar la tabla sobre las coberturas de vacunación, es evidente que en la región centroamericana existe dos grupos de países.

Un grupo que incluye a Costa Rica, El Salvador, Panamá, y Belice que contrasta severamente con el grupo que incluye a Honduras, Guatemala y Nicaragua.

El primer grupo supera en un promedio de 6 veces al segundo grupo en las tasas de cobertura de vacunación. Traduciendo en forma marcada las diferencias substanciales en liderazgo y gobernanza, estatus ante los estratos internacionales y el estado en general de sus respectivos sistemas de salud.

¿Pero qué es lo que traduce esta grieta profunda entre los países centroamericanos?

Cuando analizamos el índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que incluye una serie de indicadores (vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno), observamos que, dentro de la región, hay dos países que se distinguen, Panamá y Costa Rica.

Estos dos países están clasificados dentro del rango de países con desarrollo humanos muy alto (calificación de 0.815 y 0.810 respectivamente).

Similarmente estos dos países, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen en la región los índices mas altos de expectativa de vida al nacimiento (80.8 años y 79.3 años respectivamente), y se encuentran dentro de los mejores 50 sistemas de salud del mundo (puesto 45 y 32 respectivamente) de acuerdo con la clasificación Bloomberg.

La evidencia conjunta de estos tres índices internacionales claramente explica del porque la diferencia de estos dos países con el resto de Centroamérica.

Sin embargo, los indicadores tanto de El Salvador como de Belice no explican claramente del porque estos dos países han logrado reacciones positivas ante la pandemia, por lo menos en la obtención y distribución de vacunas.

Tanto El Salvador como Belice, sostienen una clasificación de desarrollo humano “medio”, similar a la clasificación de Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Si es posible observar diferencias substanciales, por lo menos con Guatemala y Honduras, en la expectativa de vida al nacimiento, tanto de El Salvador (75 años) como en Belice (74.4 años) superan la expectativa de vida en Guatemala (72.0) y Honduras (71.9).

Lo cual se traduce en una mejor salud en general de la población, así como posiblemente una atención en salud marginalmente superior. Donde se observa una diferencia substancial entre el grupo de El Salvador, Costa Rica y Panamá con el resto de los países centroamericanos es la variable de relaciones internacionales.

Este grupo de países ha logrado un suministro de vacunas, adicional al mecanismo COVAX (plataforma de suministro de vacunas de la OMS), a través de mecanismos bilaterales con productores de vacunas como Pfizer (USA), AstraZeneca (Reino Unido), Y CoronaVac (China), mientras que el grupo de Honduras, Guatemala y Nicaragua han estado descansando sobre los hombros del mecanismo COVAX.

El que mayor número de dosis ha recibido ha sido El Salvador (3,291,0802, dosis de CoronaVac), le sigue Costa Rica (2,148,525 dosis de Pfizer y AstraZeneca), y Panamá (1,701,880 dosis de Pfizer y AstraZeneca), esto sin incluir las dosis entregadas a estos países por el mecanismo COVAX (417,480 dosis a El Salvador, 172,950 a Costa Rica, y 110,400 a Panamá).

Contrariamente el numero total de dosis suministradas por el mecanismo COVAX a Guatemala, Honduras y Nicaragua en conjunto suma 1.214,400 dosis, una cantidad menor que Panamá. E

n conclusión, el éxito de los programas de vacunación tanto de El Salvador, como de Costa Rica y Panamá, no se fundamenta en variables de mejor desarrollo o superioridad de los sistemas de salud, sino en la capacidad de los gobiernos centrales de haber establecido plataformas bilaterales de suministro con casas productoras de vacunas, en el caso de Costa Rica y Panamá, y con países como China, en el caso de El Salvador.

Sustentarse únicamente en la plataforma COVAX, con el consabido que únicamente suplirá solamente un 20% de cobertura poblacional, y la incompetencia de establecer mecanismos bilaterales de suministro ha sido el error que propicia el fracaso de los programas de vacunación de Guatemala, Honduras y Nicaragua.